Dicen que un Primero de Año, para celebrarlo, se pusieron a entonar -se supone que ellos también “entonados”- una letrilla entonces en boga de una obra de las denominadas del “género chico”: “La Pascuala”.
Dado el éxito obtenido entre la concurrencia decidieron repetirlo cada año en tan significada fecha, así nació esta tradición donde los descendientes de aquellos primeros “Pascuales” seguimos celebrando esta “Pascua secular”.
Uno de aquellos iniciadores de esta raigambre fue el Señor Don Benito García Valdivielso, “El Berzero”, abuelo paterno de quien esto suscribe, quien fue persona que por su proverbial simpatía, agudo ingenio, buen humor, fácil conversación y campechanía supo granjearse la amistad tanto de las clases mas humildes como la de intelectuales y autoridades. En la cuadra de su casa sita en la actual Pzª. de España se fundó la ya centenaria “Unión Artesana”, decana de las Sociedades de Burgos.
Aquel local original de la Hija de Iturriaga fue después el Bar “Nervión” y en la actualidad lo ocupa una “Caixa” de Ahorros por lo que cada uno de Enero nos seguimos reuniendo, ahora en el Bar “Boston” del otro lado de la calle, y allí, venciendo la resaca de rigor, con toda pompa y ceremonia seguimos cantando La Pascuala como recuerdo y homenaje a nuestros antecesores y bienvenida al Año Nuevo.
EN LA CASA QUE SE VISLUMBRA AL FONDO ESTUVO SITO EL BAR-RESTAURANT DE LA HIJA DE ITURRIAGA
El ritual siempre es el mismo: alguien se sube en una silla, golpea una copa para requerir atención y después de una breve alocución nos invita a cantar; primero tarareamos, por dos veces, las primeras notas del Himno a Burgos para a continuación lanzarnos con La Pascuala que dice así:
Es la Señora Pascuala,
una mujer que asusta,
por cualquier cosa se enfada
y nada le gusta.
A una mujer como esa.
yo nunca la conocí,
por eso al pobre marido,
le dicen así:
¡Daala, daala,
que es una cosa muy maala
¡daala, daala,
que hay que acabar de una vez,
“pa” que no sea soez,
La Pascuaala.
El otro día estando en misa,
le salto dos “envergüenzas”,
“y” al padre Cobisa,
todos los feligreses,
agrupados en montón,
al sacristán le gritaban
con indignación:
¡Daala, daala,
que es una cosa muy maala
¡daala, daala,
que hay que acabar de una vez,
“pa” que no sea soez,
La Pascuaala.
¡VIVA LA PASCUALA!
Como se ve, hoy en día la letra no sería “políticamente correcta”, sin embargo, en aras de la tradición tanto mujeres como hombres la cantamos en tono festivo sin pararnos en más consideraciones, denostando previamente cualquier tipo de maltrato.
Hay que aclarar que no se trata de una “peña” como mucha gente piensa y que los asistentes ni tan siquiera nos conocemos entre nosotros en muchos casos, siendo ésta la única ocasión en que nos reunimos, teniendo que sortear a los otros asistentes que acuden al reclamo de la generosa colación que los amables dueños del “Boston” ofrecen a la concurrencia.
2 comentarios:
Recuperar este tipo de tradiciones paganas en nuestra ciudad es algo maravilloso. Yo no la conocía pero, cada año va teniendo más y más repercusión. Si afortunadamente seguís-seguimos así, que en El Bostón se preparen para una analogía con LOS TITOS de las CAndelas y para darle oficialidad... Aún con el riesgo de que se pierda su esencia.
Pues a mi sinceramente me paree una canción que hace apología del maltrato.
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