Desde entonces muchos han sido los presos excarcelados, pero tal vez el más importante fue el Capitán General de los Comuneros, quien alcanzó esta benevolencia de manos del Emperador Carlos I, gracias a los buenos oficios cortesanos y diplomáticos del Condestable de Castilla D. Iñigo Fernández de Velasco, tío del encausado.
EL EMPERADOR CARLOS I DE CASTILLA
RETRATADO POR RUBENS
Sucedió en Burgos en la mañana del Viernes Santo de 1524, el César Carlos acompañado de los principales de su corte pasaba la Semana Santa en el Convento de Fredesval, el Condestable sabiendo la costumbre del Perdón aprovechó la ocasión para recordársela al Emperador, pero dejemos que sea la Crónica quien mejor nos lo relate:
“Ya en la mañana se acercó el Condestable D. Iñigo a D. Carlos diciéndole, con gran pesar y congoja, que su bisabuelo, D. Juan II de Castilla en unas sus Cortes de Burgos en 1447, había dado la Ley de “El Perdón del Viernes Santo de la Cruz”, por el cual Perdón se indultaba desde entonces, cada año a un reo, diciéndole que si bien quisiera pudiera exculpar al su sobrino D. Pedro Girón, hijo del Conde de Urueña que se había alzado contra él capitaneando la Revuelta Comunera, estando desde entonces preso, esperando la ejecución y ya que todos habían de morir que aún le llegase el indulto de su imperial gracia.
Mesóse la barba el Emperador y también muy quedo contestóle de los muchos pesares que le habían causado a él y a toda Castilla aquellos nobles levantiscos, pero que si Dios Nuestro Señor quería perdonar a Nos y nuestros súbditos de nuestras muchas iniquidades, el otrosí haría perdonando a D. Pedro.”
De esta forma salvó la vida el Capitán General de los Comuneros, de la misma forma que el resto de los burgaleses que habían participado, que ya habían alcanzado la amnistía por una Real Cedula firmada por el Emperador en Worms el 16 de Diciembre de 1520.
(Véase también “LA FIN DEL MUNDO”, entrada de Marzo 2008)