lunes, 11 de mayo de 2009

LOS GIGANTONES DE BURGOS

A las solemnidades de la Cabeza de Castilla asiste -desde antiguo- una Embajada Diplomática de los Cinco Continentes representada en sus más Altos Dignatarios, se trata de Los Gigantones de Burgos; cinco parejas de enormes efigies de unos cuatro metros de alto que representando a las razas de mundo en Sus Reyes colaboran al esplendor y boato de nuestras celebraciones.

Sus antecedentes históricos datan del s XIII. En el XVI (1564) ya existe documentación donde se les reseña y en el XVIII (1738) ya se describe que componen un grupo similar al actual compuesto de: Reys e Reynas; Turco y Turca, Gitano y Gitana, Negro y Negra e Gigantillas. En el IXX (1861) sus egregias figuras asisten a la Recepción Real que da la Reina Isabel II en Burgos.

En la actualidad, siempre precedidos de los Gigantillos y al ritmo más ceremonioso de su respectivo “Pitero” desfilan en hilera; solemnes e hieráticos.

Los primeros son Los Reyes Católicos revestidos de sus suntuosos ropajes de la Corte Castellana de purpúreo estambre de brocado damasceno, capellina de armiño, y las coronas y cetros de sus Reinos; Tanto Monta.
Don Fernando luce el Toisón de Oro, mientras que de su ceñidor pende tamaña espada ropera envainada.
La efigie de Doña Isabel de Castilla recuerda el retrato que en vida de ella hizo Antonio del Rincón, preciosa reliquia que nunca debió abandonar la Cartuja de Miraflores.


Después vienen El Cid y Doña Jimena. Don Ruy de Guerrero Castellano; celada borgoñota, cota de malla completa con capuz, sobrevesta pardisca de brocado, ciñe su Tizona sin guarnir pendiendo del talabarte y lleva escusón en venera con las armas de su linaje. Su esposa va de elegante Dama Castellana con cofia ocre, toca blanca de tul y sus cabellos aprestados en largas trenzas, sus galas son de ricas telas de guadamecí en tonos pajizos con orlas de cañutillo de oro de los que penden madroños de pasamano, como aderezo luce en su busto un camafeo-retrato de su tan bizarro cónyuge.


Siguen una pareja de Caciques Amerindios como aquellos que hasta aquí llegaron acompañando a Don Cristóbal Colón en la vuelta de su segundo viaje; ambos van totalmente vestidos con ropajes de escaques y losanges en ámbar y azabache, uno y otra con arco y aljaba de flechas a la espalda, en el caso de ella como referencia a las temibles amazonas. Él porta feroz destral en mano, mientras ella se adorna con candongas o broquelillos dorados.


Prosiguen los Califas, él y ella de marcadas facciones prietas y tocados de sendos turbantes donde se alternan el leonado y el azur, él; con mosca y gruesas arracadas colgando de sus orejas, trae tunica pajiza y sobrepelliz bermejo, de su cintura pende terrífica cimitarra. Ella lleva zarcillos y ahogador de abalorios, vestidura de tafetán arrasado en índigo con listas gualdas, medias mangas de muselina blanca y apretadera de trencilla.

Por último vienen los Emperadores de la China; ambos dos revestidos de tisú sinople exornado de ataujías y áureos cadejos. Él se aventaja de acrecentado mostacho hasta la sotabarba y alongada coleta trenzada al uso del oriente, mientras que los cabellos de ella se ven acicalados en un donoso copete al modo de su origen lo mismo que sus preseas y bejuquillo, a la diestra mano lleva plegado un gentil mosqueador.
Las danzas de todos ellos son egregias y ceremoniosas, no exentas de pomposas reverencias como a la alcurnia de tales majestades corresponde, siendo todas cosas muy de ver, aunque es de advertir que tan solo bailan los forasteros ya que la recia usanza de la Corte de Castilla no gusta de tan notas lisonjas, aunque si de la cortesía como demostrado queda.

Afuera de esto la popular sapiencia también supo de componer trova a sus melodías como la que por verbigracia reza:

Los gigantones, madre, el Día del Señor
como están tan cansados hacen el arrimón.
Alajú, alajú, gigantones, menead con sal los talones,
y a compás, con gracia y contento
a salud del Ayuntamiento.

Mientras que otra más conocida y actual dice:

Los gigantones, madre, el Día del Señor
corren, saltan, grandones, bailan al rededor
.



Nota) el autor del texto, a la sazón Don Yagüe Garcés, prescinde de glosar las palabras de suso dichas, pues por desusadas que puedan parecer las susodichas aun se encuentran debidamente recogidas en el DRAE y ni aun el Word le puso discrepancia alguna como el avezado lector podrá comprobar, sirva para esparcir aun más nuestra medrada Lengua Castellana. VALE.
Nota) las fotografías de las parejas de Gigantones que se incorporan son obra del Fotógrafo Sr. Alonso de cuyo archivo costumbrista estamos agradecidos.