Año 1958, Plaza de España con el Parque de
Artillería de San Ildefonso limitado por la muralla. Junto a San Lesmes el
taller de escultura y el lavadero.
Todavía y en las inmediaciones de la Plaza, podemos contemplar un paño de
aquel muro defensivo de la ciudad, el que está ante un edificio de nueva
planta, justo enfrente de la espadaña de la Iglesia de San Lesmes. Y hay que
recordar que el Río Vena, antes de su actual encauzamiento pasaba lamiendo la
base de la muralla, volviendo a estar encauzado desde el Puente de San Juan
hasta el de las Viudas sobre el por entonces llamado “Camino de Francia”, hoy
Calle de Vitoria.
Es preciso establecer, antes de continuar, que la actual Avenida del Cid
Campeador por entonces no existía, ya que el acceso, por allí, a la ciudad
estaba clausurado por la muralla, que limitaba con un paraje llamado “Los
Vadillos”, por los frecuentes vados de agua que por allí se originaban.
En este estado de cosas; comprendemos fácilmente que la Puerta de San Juan
era la principal entrada de aquellos que provenían del Norte, tal y como aun se
recuerda que entró Cristóbal Colon a entrevistarse con los Reyes Católicos en
la Casa del Cordón, procedente del Cantábrico y acompañado de indios desnudos,
a la vuelta de su segundo viaje, lo que causó gran impacto entre nuestras
recatadas gentes.
Dicha Puerta de San Juan era la más antigua de las doce puertas de la
ciudad, y fue remodelada en el año 1.842, pasando a ser ocupada por casas de
vecindad, tal y como ahora la conocemos, siendo muy diferente a la
anteriormente existente que tenia torres, almenas y troneras, como la
importante posición defensiva que hasta entonces era.
Plaza y Puerta de San Juan
Intramuros; y donde ahora se ubica el Mercado de Abastos de la Zona Norte,
entre la muralla, la Puerta de San Juan y la Calle de Hortelanos, estuvo el
Monasterio de San Ildefonso de Monjas Agustinas, fundación del Obispo Burgalés
Dom Alonso de Cartagena y que como tal Convento estuvo funcionando hasta la
Desamortización de Mendizábal en el siglo XVIII.
Volviendo al pasado, hay que recordar que en el 1.085, Alfonso VI, “el de
la Jura”, en agradecimiento a San Lesmes, por su ayuda en la toma de Toledo, le
quiso regalar posesiones, Así nos lo relata el cronista: “Quiso el rey agradecerle esta milagrosa intervención, dándole a
elegir, entre los de su reino, el mejor lugar que le conviniera para poder
servir mejor a Dios”, a lo que Lesmes contestó que tan solo quería: “La capilla
elemosinaria de Sant Joan que para emendacion de los pecados y recoger a los
pobres pelegrinos has mandado construir en Burgos”.
Pareciéndole poco al Rey, le dio, no solo, la Capilla de S. Juan, si no
también el Hospital y Monasterio del mismo nombre que aun están sobre el Camino
de Santiago y durante siglos fueron un importantísimo hito de la hospitalidad
jacobea: “Para que allí mores con los
freires de Sant Benito y fagais preces por mi el Rey, por Doña Constanza la
reyna nuestra señora y por toda Castilla”, todo ello según se recoge en un
documento del año 1091 por el que Alfonso VI concede el Monasterio.
El 30 de Enero del 1.097 muere Lesmes en Burgos, siendo recogidos sus
restos en aquella su primera capilla elemosinaria o limosnera, que estaba en la
actual Plaza de España, pegada a la muralla y que tuvo que ser derribada por
Juan I, ya bien entrado el siglo XIV, al ser un peligro, ya que desde ella se
podía escalar el muro, por lo que los restos del Santo fueron trasladados a la
inmediata iglesia parroquial que desde entonces lleva su nombre.
Pasemos ahora el Río Vena, por el Puente de San Juan para descubrir lo que
había en la otra ribera:
Junto a esta Iglesia de San Lesmes y hacia la actual Plaza de España,
existían unas huertas que eran conocidas como “Eras de San Juan de la Vega” y
en el año 1.235, Fernando III “El Santo”, permitió construir diversas
edificaciones en ellas, sufriendo diversas modificaciones hasta llegar a
principios del siglo XX, cuando aun quedaban entre otras: Un Lavadero Público
Municipal, y el taller de Escultura de Valeriano Martínez García.
Un poco más allá, donde ahora está el Monumento a las Fuerzas Armadas, se
encontraba una casa grande donde vivía la familia de Don Benito García
Valdivielso, quien era propietario de una gran huerta que ocupaba toda la
actual manzana, hasta el antiguo Cuartel de la Guardia Civil del Morco, en la
Calle Guardia Civil de hoy en día. Huerta que subsistió hasta la década de los
setenta del siglo XX, cuando se construye sobre ella.
Volvemos a cruzar el puente y bordeamos lo que queda de la muralla, donde
había casas de vecinos a la altura de la actual Calle de Hortelanos, y donde se
instaló la decana de las Sociedades de Burgos; La Unión Artesana, fundada en
1.908 en la citada casa de Don Benito García. La dicha casa de la muralla se
conocía como: “La lejiera”, por que en sus bajos había habido una fábrica de
este producto de limpieza y desde sus ventanas, algunos socios de la Artesana,
echaban los reteles al río, para hacer una rica merienda de cangrejos a
continuación.
La “Lejiera”, desde su galería acristalada algunos
socios pescaban cangrejos.
De vuelta a 1.846, y con la implantación en nuestra ciudad de la Capitanía
General, se creó en Burgos una amplia infraestructura militar con
acuartelamientos para las diferentes Unidades Militares aquí acantonadas,
muchas de ellas aprovecharon, de momento, las antiguas posesiones de la Iglesia
y de las Ordenes Religiosas. Así el Convento de San Ildefonso pasó a ser:
primero Hacienda Militar y después, desde 1.839, Parque y Maestranza de
Artillería de la Región Militar, permaneciendo como tal hasta ya bien entrado
el siglo XX.
Año de 1951; interior del Parque de Artillería de
San Ildefonso
Al otro lado de la Plaza de España, y frente a aquel Parque de Artillería, se
encontraba La Plaza de Toros Permanente de los Vadillos, inaugurada el Día de
San Pedro y San Pablo de 1.862 y cuya Puerta Grande estaba orientada a la nueva
Avenida del Cid. Dicho coso taurino ocupaba más que toda la manzana actual,
donde se encuentra un soberbio edificio de una Caja de Ahorros.
Aquella Plaza de los Vadillos, llegó a ser más que centenaria, pues en el
1.967, ciento cinco años después de su inauguración, se dio la ultima corrida
de toros, coincidiendo con la apertura de la actual del Plantío, otra vez con
la coincidencia de nuestra Fiesta Titular de San Pedro y San Pablo, por lo que
en aquella Feria Taurina hubo corridas en las dos plazas.
Avenida del Cid, con la Plaza de Toros y el Parque
de Artillería.
A la vez que se derribaba la plaza de toros, comenzaron las obras de
urbanización de la Plaza de España, la que ya contenía desde el decenio de los
sesenta, los edificio Feygón 1 y 2, que la cerraban por su lado occidental y
limitando con la Avenida del Cid.
La Plaza; una vez desarrollada, quedo cuadrangular y rodeada de pérgolas,
rematadas con “floridos pensiles” de los que se descollaban plantas, tal y como
la conocemos hoy en día, siendo añadida posteriormente la Fuente de los
Delfines, sobre el Río Vena y a ambos lados: en uno; una reproducción
conmemorativa del Perro Perdiguero de Burgos y al otro, un monumento de España
y Argentina, a la proeza del burgalés D. Ramón de Bonifaz, el fundador de
Buenos Aires. Y en el centro de los marcos de las pérgolas se colocó, más
recientemente dos enormes placas de bronce donde se recuerdan las gestas de los
burgaleses ante la invasión francesa de 1.808.
Plaza de España actual, con el Monumento a la
Fuerzas Armadas, la Fuente de los Delfines y el Mercado Norte.
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