Los primeros testimonios sobre nuestra Corporación
Municipal, se extraen de Alfonso X “el Sabio”, que distingue a nuestra ciudad
por sus “ordenanzas de buen gobierno”, que fueron ejemplo e inspiración
para otras ciudades. Se trataba, entonces, de un “concejo abierto” que
dictaba sus propias “posturas”, que eran posteriormente sancionadas por el Rey.
En 1285, Sancho IV, previene que sean “doce
omes buenos que las colaciones dieran cada año en Concejo” lo que
marcaría el primer número de concejales, con atribuciones incluso, para
administrar justicia en lo criminal.
Alfonso XI, en 1345, da normas para que se
constituya el “Regimiento” de la Ciudad, con una corporación de “seze
omes buenos”, antecedente directo de nuestros ayuntamientos. Pero estos
primitivos concejos, adolecían de carecer de un presidente, esto lleva, en un
ayuntamiento celebrado en San Llórente en Noviembre de 1426 a la determinación
de los Reyes Católicos de “facer un presidente por ocho idas o un mes”,
recayendo dicha nominación en Alvar García de Santa María, que se convirtió así
en nuestro primer alcalde. Siendo recordado, entre otras cosas, con la calle
que lleva su nombre entre la de Vitoria y las Calzadas.
El calendario de sesiones también varia a lo largo
de los años: con Alfonso XI, como hemos visto, eran los martes y sábados,
después, en 1579 se elevaron a tres: los martes, los jueves y los sábados, eso
sí, a las ocho o nueve de la mañana, según la estación del año, y en tiempos de
Enrique III se ordena a los regidores que celebrasen audiencia diaria, salvo
los festivos.
De aquellas antiguas Ordenanzas, me gustaría
resaltar una curiosidad, dice así: “que ninguno entre en Ayuntamiento con armas
ofensivas o defensivas, excepto el Justicia”, el Justicia, que cabe
entender que era el propio alcalde. Ya les gustaría a nuestros actuales ediles,
el que al menos les dejasen llevar armas defensivas para protegerse de algunas
intervenciones.
Para la asistencia de la Corporación Municipal a la
Misa y actos de S. Lesmes, el propio Ayuntamiento se comprometió a asistir por
antiguos acuerdos reflejados en actas, me ha hecho investigar un poco más sobre
estas curiosas costumbres y tradiciones de nuestros ediles.
Así ya en 1616 se fijan normas sobre la forma de
asistir a estos actos, pero lo mejor es leer el texto en lenguaje de la época
para que sea más jugoso, dice así: “ que no baya caballero de por sí, y que
no entren apartados unos de otros, cosa yndecente para la authoridad de la
ciudad”, sigue dando normas que omitimos para que no se haga largo y
concluye determinando que en adelante: “se junte la Justicia y cavalleros deste
Ayuntamiento en esta torre dentro de la pieza deste regimiento y della salgan
juntos en forma de Çiudad con sus mazeros delante... y que este orden se tenga
de aqui en adelante”.
También existieron acuerdos sobre la forma de vestir
para asistir a estos actos, por ejemplo en 1600 nuestros regidores iban hechos
unos pimpollos, pues se impuso por acuerdo que fuesen todos vestidos de: “terciopelo
carmesí, amarillo pagizo las delanteras y mangas y que los coletos y calcas
sean amarillos pagizos y los zapatos amarillos y las plumas y adrezos de gorra
lo ponga cada caballero como la pareciere”.
Algo más serios fueron nuestros munícipes a los
funerales por Fernando VI en 1759, aquí, según acta, la moda fue: Vestido
negro, casaca, chupa y calcones, y medias a lo militar” Y desde luego
ya casi en nuestros días, en 1858, para la inauguración del Teatro Principal,
acordaron todos vestirse según marcaba la etiqueta: “traje de ceremonia, corbata
negra y guante blanco”.
Plaza
de los Castaños de Burgos, donde se ubicó
el antiguo Concejo en San Llorente “el Viejo”
Acabamos de citar a San Llórente, que estaba cerca
de la actual Plaza de los Castaños, como primera sede municipal, pero pronto se
trasladó a un mejor emplazamiento, en la Torre de Stª María, En 1322, el ya
citado Alfonso XI, ordenaba “se ayuntasen en la Torre o en la Yglesia de
Sancta María, (en la Catedral), do es costumbre de facer concejo, dos días en
cada semana, que sea el uno el martes, e el otro el sábado”.
Posteriormente, este mismo rey, ordena que “mientre se acaba la Torre, que fagades un
logar en la nuestra plaza, do venden madera, do judguen los alcaldes; e que
libren los querellosos; e que no judguen en otro lugar” Esta
disposición duró poco, ya que en 1395, Enrique III contradice a su antecesor,
ordenando que “ judguen los alcaldes, no en la Torre ni en ninguna plaza, sino en la
claustra vieja de la catedral”.
Estos emplazamientos tuvieron sus excepciones, como
la sesión celebrada en marzo de 1565, realizada “en casa del corregidor, en la
plaza de esta ciudad”, o en ese mismo año en Junio, que se celebró “en
la Villa de Arcos, a causa de la peste”. Pero, como vemos, se puede
decir que casi siempre radicó en la Torre de Stª María y su “Sala de Poridad”,
donde estuvo hasta 1791, fecha en la que inaugura la actual Casa Consistorial,
edificada sobre la “Puerta de Carretas”.
En primer término la Torre y puerta
de Sta. María, sede de antiguos Ayuntamientos
El calendario de sesiones también varia a lo largo
de los años: con Alfonso XI, como hemos visto, eran los martes y sábados,
después, en 1579 se elevaron a tres: los martes, los jueves y los sábados, eso sí,
a las ocho o nueve de la mañana, según la estación del año, y en tiempos de
Enrique III se ordena a los regidores que celebrasen audiencia diaria, salvo
los festivos.
De aquellas antiguas Ordenanzas, me gustaría
resaltar una curiosidad, dice así: “que ninguno entre en Ayuntamiento con armas
ofensivas o defensivas, excepto el Justicia”, el Justicia, que cabe
entender que era el propio alcalde. Ya les gustaría a nuestros actuales ediles,
el que al menos les dejasen llevar armas defensivas para protegerse de algunas
intervenciones.
Para la asistencia de la Corporación Municipal a la Misa
y actos de S. Lesmes, el propio Ayuntamiento se comprometió a asistir por
antiguos acuerdos reflejados en actas, me ha hecho investigar un poco más sobre
estas curiosas costumbres y tradiciones de nuestros ediles.
Así ya en 1616 se fijan normas sobre la forma de
asistir a estos actos, pero lo mejor es leer el texto en lenguaje de la época
para que sea más jugoso, dice así: “ que no baya caballero de por sí, y que
no entren apartados unos de otros, cosa yndecente para la authoridad de la
ciudad”, sigue dando normas que omitimos para que no se haga largo y
concluye determinando que en adelante: “se junte la Justicia y cavalleros deste
Ayuntamiento en esta torre dentro de la pieza deste regimiento y della salgan
juntos en forma de Çiudad con sus mazeros delante... y que este orden se tenga
de aqui en adelante”.
También existieron acuerdos sobre la forma de vestir
para asistir a estos actos, por ejemplo en 1600 nuestros regidores iban hechos
unos pimpollos, pues se impuso por acuerdo que fuesen todos vestidos de: “terciopelo
carmesí, amarillo pagizo las delanteras y mangas y que los coletos y calcas
sean amarillos pagizos y los zapatos amarillos y las plumas y adrezos de gorra
lo ponga cada caballero como la pareciere”.
Algo más serios fueron nuestros munícipes a los
funerales por Fernando VI en 1759, aquí, según acta, la moda fue: Vestido
negro, casaca, chupa y calcones, y medias a lo militar” Y desde luego
ya casi en nuestros días, en 1858, para la inauguración del Teatro Principal,
acordaron todos vestirse según marcaba la etiqueta: “traje de ceremonia, corbata
negra y guante blanco”.
En la fiesta de S. Lesmes, es costumbre llevar capa,
y se puede ver a algún concejal que lleva airosamente esta típica prenda, sin
embrago en 1707 estaba prohibido a los corporativos ya que existe un acuerdo de
la época que determina que estos asistan a estos actos: “sin capa menos en las ocasiones
en que lloviere o nevare...”
Nuestro Ayuntamiento conserva algo único en España
como es la vara de plata que portan los corporativos en estos actos, esta
costumbre es muy antigua ya que existen vestigios históricos de que ya se
utilizaban en la Baja Edad Media y testimonios que así lo confirman desde 1494.
Las actuales datan de 1856, cuando según un proyecto municipal, se mandaron
realizar “17 varas de forma cilíndrica y una sola pieza; de seis pies de altura
y ocho o nueve libras de diámetro” también consta el precio, salieron a
528 reales cada ejemplar.
Ediles de nuestro Ayuntamiento con su vara de plata
Ediles de nuestro Ayuntamiento con su vara de plata
Otro distintivo de nuestros ediles es la Medalla de la
Ciudad que lucen en los actos solemnes, este es mucho más moderno, tan solo
data de 1843 y se adopto para abolir la costumbre que habían impuesto los
invasores franceses, de que nuestros regidores llevasen una “banda
de tafetán verde pendiente del hombro derecho al izquierdo”, las
medallas actuales datan de algo más tarde, pues las anteriores fueron
rechazadas por no parecerles dignas al ayuntamiento de entonces, estas nuevas
datan de 1875 y se confeccionaron según diseño del profesor de la Academia de
Dibujo del Consulado del Mar; D. Evaristo Barrio, se realizaron entonces según
documento de la época: “28 medallas con peso de 16 adarmes, en oro
de ley, a razon de 24 reales el adarme, con las mermas, esmaltado superior y
cordon de seda y oro, como curiosidad, podemos dar el precio: 200
pesetas cada una, incluido el estuche.