miércoles, 27 de febrero de 2008

LAS MARZAS II

Venus y Marte de Botticelli, simboliza el triunfo del amor sobre la guerra


(viene de Las Marzas I)



1. -La SOLICITUD DE PERMISO para cantarlas, o invocación que normalmente empieza con una estrofa como esta:

CON LA LICENCIA DE DIOS
Y LA DEL SEÑOR ALCALDE
QUEREMOS CANTAR LAS MARZAS
SIN CAUSAR PERJUICIO A NAIDE.

En algunas zonas este apartado comenzaba con la pregunta del mozo mayor: ¿Cantamos, rezamos o nos vamos?, y en función de la respuesta dada por el amo de la casa cantaban, rezaban o se iban en el caso de que aquella casa estuviera de luto o tuviera algún enfermo.

2. -Siguen con un CANTO A LA NATURALEZA, casi invariablemente la primera estrofa de este apartado dice así:
ESTA NOCHE ENTRARÁ MARZO
DE MEDIA NOCHE PA BAJO
CUANDO EL LABRADOR REDOBLA
SUS AFANOSOS TRABAJOS.

Después describen los meses y sus características, por ejemplo:
A MARZO LE SIGUE EL TURNO
EL HERMOSO MES DE ABRIL,
QUE NOS TRAE CON LA PASCUA
AGUARRADILLAS SIN FIN.

3. -A continuación está el CANTO A LA JUVENTUD donde cantan a las mozas, (de ahí que ellas no participen), retratando su belleza, a veces con picardía:
ESO QUE TU TAPAS
CON EL DELANTAL
LAS SIETE COLUMNAS
Y EL PALACIO REAL

Siguen describiendo la anatomía femenina, y ya no se cortan nada, llegando a decir:
ESOS TUS DOS PECHOS
SON DOS FUENTES CLARAS
DONDE YO BEBIERA
SI TU ME DEJARAS

Y ya, definitivamente, se lanzan con esta estrofa:
ESOS TUS DOS MUSLOS
SON DE ORO MACIZO
DONDE SE SOSTIENE
TODO EL ARTIFICIO

4. -Terminan siempre con una DESPEDIDA unida a una petición de obsequios:
YA HEMOS CANTADO LAS MARZAS,
VAMONOS HASTA OTRO DÍA,
MAÑANA ESPERA EL TRABAJO,
VÁLGAME SANTA MARÍA,
QUE PARA AÑOS VENIDEROS,
NINGUNO FALTE A LA CITA,
NI FALTEN EN LOS PUCHEROS,
ALUBIAS CON MORCILLITAS.


A veces estos cantares pueden tener un sutil doble sentido, eludiendo elegantemente algún tipo de censura, como cuando dicen:
LEVANTAOS DAMAS
DE ESAS BLANDAS CAMAS
ABRIREIS LOS COFRES
NOS DAREIS CASTAÑAS

Y aún más cuando continúan sustituyendo una rima que el que escucha puede llegar a suponer, con otra mas asonantada, como en el caso de:
LEVANTAOS DAMAS
DE ESOS BLANDOS LECHOS
ABRIREIS LOS COFRES
NOS DAREIS... DINEROS

Otras veces, incluyen bonitos vocablos propios del entorno rural, como en este caso, donde tampoco falta el buen humor:
TRAEMOS UN BURRO
CARGADO DE ARVEJAS,
LLENO DE GORGOJOS
HASTA LAS OREJAS

Donde ARVEJA, es una papilonácea parecida a la algarroba y GORGOJO, ya mas conocido, es un insecto parásito.


En alguna ocasión se muestran exigentes en sus peticiones:
EL VINO HA DE SER BUENO,
HA DE SER DE FIAR.
NO HA DE SER NI DE VILLANUEVA,
NI DE SANDOVAL,
NI DE SOTRESGUDO,
NI DE ESO DE TAPIA,
PORQUE HAY QUE ESTAR SIEMPRE
DESDANDO LA TRAMPA.
Y POR ESO MISMO
NOS DEBEN DE DAR
VINO DE RIBERA
QUE ES MÁS NATURAL.

Y ya para terminar y como conclusión de este articulo me permito incluir una estrofa más, de las de despedida, que dice así:
AQUI TERMINAN LAS MARZAS
SI HAY DEFECTOS PERDONAD
ADIOS TODOS, HASTA OTRO AÑO
EN QUE SE REPETIRÁN.

LAS MARZAS I



LAS MARZAS

¡Feliz año nuevo!. No faltará quien se extrañe al recibir esta felicitación a estas alturas del año, pero tiene su razón de ser, estamos en las Calendas de Marzo, (Kalendae Martiae), que era el principio del año según el antiguo calendario romano por el que nos estuvimos rigiendo en Castilla durante siglos.

Y por esto, esta noche del 28 o 29 de Febrero durante la madrugada del 1 de Marzo, se renueva cada año en los territorios de la antigua Bardulia, de la Castilla primigenia, una antigua tradición que se pierde en la noche de los tiempos unida a nuestra civilización romana y a los pobladores anteriores, estoy hablando del Canto de Las Marzas, que más que una costumbre atávica, es un rito que ha perdurado hasta nuestros días, en forma de tradición oral transmitida de padres a hijos, en una especie de historia no escrita, de una costumbre nunca olvidada que nos une, como digo, a nuestros primeros ancestros.

Marzo era el primer mes romano, su nombre nos recuerda que estaba encomendado al dios Marte, que entre otras cosas era el protector de los jóvenes varones solteros y de sus actividades, y precisamente en estas fechas, en la cultura romana se celebraban Las Equiria que eran unas fiestas exclusivas de los jóvenes varones del imperio, aunque también estaban unidas a ritos agrícolas propiciatorios de la fertilidad y también como bienvenida a la primavera. Estas fiestas tuvieron el calado suficiente en los antiguos pobladores de Castilla: Bardulos, Vacceos, Autrigones... etc., que las acogieron como propias o las adaptaron a las que ellos ya celebraban.

Este rito, esta celebración pagana, es una de las pocas que no fueron adoptadas por el cristianismo y como he indicado al principio se extiende exclusivamente por algunos territorios de la antigua Bardulia, de esta forma perdura en Las Encartaciones de Vizcaya, en varios valles de Santander, en varias comarcas de Palencia y en casi toda la provincia de Burgos, eso sí, en cada zona se presentan con alguna disimilitud, aunque todas son muy afines en contenido, melodía y estrofas. Tal vez la diferencia más notable se encuentra en Santander, donde también participan las mozas a ritmo de pandero, mientras en el resto solo participan los hombres y en algunos casos solo los mozos solteros, empleándose este rito como iniciación a la edad viril adulta.

De esta forma, no es extraño, ver aún en nuestros pueblos a los mozos cantar las Marzas, que sin duda tienen mucho que ver con aquellas Equiria y ritos iniciáticos anteriores e incluso con antiguas ceremonias paganas de fertilización de la madre tierra como ya hemos dicho.
La cuadrilla de Marzantes esta estructurada jerárquicamente, siendo comandada por el soltero mas viejo, en la cuadrilla se ingresa después de la pubertad, debiendo pagar el novicio para poder marcear una determinada “patente” y superar diversas “pruebas de virilidad”, además los recién ingresados deben soportar la Noche de Marzas el peso de las cestas donde se recogen los obsequios, llevar los faroles, o se les encarga de “visitar” las huertas para “recoger” las hortalizas con las que aderezar la cena.

Normalmente son dos grupos que recorren el pueblo, situándose unos a cada extremo de una calle, y otras veces alrededor de hogueras, en otras comarcas cantan en el portal de las casas, sobre todo en las de la novia de alguno de los mozos, siendo incluso frecuente que se invitase a pasar hasta la cocina a los marzantes, y también es acostumbrado que una cuadrilla visite las poblaciones de otro valle, aunque actualmente esté enclavado en otra provincia o comunidad. Con los obsequios en especie recaudados en sus visitas a las casas se celebra al día siguiente una suculenta cena en la taberna o algún local cedido por el Ayuntamiento.

En algunas zonas, dependiendo de la casa visitada, se cantan unas u otras estrofas, así si la casa era de algún principal se cantaban las “Galanas o Floridas”, en la casa del Señor Cura se hace referencia a ella o se incluyen los Mandamientos o las Obras de Misericordia y en el caso de que en alguna casa no hubieran sido bien obsequiados el año anterior les cantan Las Rutonas, de índole satírica, intentando ser mejor recibidos. Pero, eso sí, en todos los casos los mozos siguen rivalizando como los gallos en cantar intentando despertar a la naturaleza con sus, aunque monótonos, sentidos versos y se responden unos a otros, alternando en las estrofas que normalmente constan de cuatro apartados: (sigue en Las Marzas II)

CABALLERÍA VILLANA



Castilla nace guerrera, la necesidad de defender nuestros territorios nos hizo construir fortificaciones militares en nuestros alcores capaces de mantener nuestra independencia. Esta particular línea de nuestro cielo, marcada de torreones y almenas dio nombre al paisaje de nuestro país: CASTILLA.

Somos estirpe de guerreros; los godos, pueblo indómito, aquí establecido después de su periplo europeo que había hecho sucumbir al imperio romano, prácticamente no conocía otra forma de vida que la conquista y consolidación del territorio.

Estos godos, asentados ya en la Bardulia, convivían, “manu militari”, con un rico campesinado de origen hispano – romano que tampoco había dejado las armas por tener que defenderse aun de los anteriores pobladores: Autrigones, bardulos o bascones, entre otros, que asimismo habían demostrado amplia capacidad defensiva contra las legiones romanas.

En este orden de cosas, y una vez conseguida una prospera convivencia pacifica, donde los godos aportaban sus conocimientos guerreros, protegiendo al resto de la población, llegan las “arrantcadas” moriscas, llamadas por ellos “aceifas” o “algaras”, que sin dar batalla, arrasaban las propiedades y cosechas duramente conseguidas, cuando no exigían alcabalas y tributos humillantes, sembrando el pánico en las villas cuyos pobladores deciden organizarse al mando de un “Comes”, Conde o Señor que ya comandaba una “hueste”.

Muy pronto las “huestes” fueron insuficientes para contener aquellas razzias, esta situación hace que el campesinado, los comerciantes y los clérigos ciñan la espada, acompañada en unos casos de la hoz, en otros de la balanza y en otros de la Cruz, para defenderse en lo que dio en llamarse “CABALLERÍA VILLANA”.

De esta manera crean una incipiente organización militar: “La Mesnada”, compuesta de “peones” de infantería y “ginetes” a caballo, comandada por el “mesnadero“ y los “decenarios” que ejercían el mando subalterno. Cada mesnada tenia un “alférez” portaestandarte, un “anubdator” que se encargaba del alistamiento y la logística, también existían “sayones”, “añafiles“ y “atalayeros” destinados a transmitir las ordenes y dar la alarma haciendo sonar sus cuernos de guerra, y ”Servidores de Abnudas y de Almenas”, encargados de la alimentación y la fortificación, “Escoltas” para la seguridad y “Escuderos”

Mediante el ejercicio de las armas, aquellos habitantes de ciudades y villas entraron en la historia y en las leyendas de gesta de la mano de los héroes épicos castellanos que eran sus lideres naturales, adquiriendo el rango social de caballeros, siendo ya reconocidos como tales en el Fuero de Castrojeriz del Conde García Fernández, (hijo de Fernán González), en el año 974, donde se les equipara a los “Infanzones”, y más tarde por diferentes reyes, como el privilegio de hidalguía otorgado por Alfonso XI, desde entonces y para siempre en adelante, a los hijos de la ciudad de Burgos que hubiesen colaborado en varias “fonsadas” o llamamientos.