El viernes siguiente del Corpus Christi se conmemora una festividad donde asoma, cada año, desde siempre, el sentimiento castellano más ancestral. Todo Burgos y todo aquel que quiera asistir, se traslada al Monasterio de Santa María de las Huelgas Reales, donde están enterrados gran parte de nuestros reyes, para celebrar una antigua victoria de las huestes castellanas.
Se trata del “Curpillos”, en esta fiesta, cívico – religiosa – militar, se rememora la victoria de Las Navas de Tolosa, conseguida en el 1212, cerca de La Carolina, en Jaén, donde participaron las tropas castellanas bajo el mando del propio rey Alfonso VIII, quien, como trofeo de guerra, se trajo un tapiz que hacia de pared de la tienda del califa Abu Abdala Mohammed, ben Yakub, ben al Nasr, al que todos conocemos como el rey moro “Miramamolin”, este tapiz no es otro que el llamado “Pendón de las Navas de Tolosa", elaborado en seda bordada en oro, con una estrella inscrita en un circulo y rodeada de un versículo coránico que dice:
"Me refugio en Alláh huyendo de Axaythán el apedreado, en nombre de Alláh, el clemente, el misericordioso, la bendición de Alláh, sobre Mahoma y los suyos”, imprecaciones que en aquella batalla, la verdad es que no les sirvieron de mucho. Una replica de este pendón, para evitar que el original se estropee, es tremolada y portada en la procesión por la máxima autoridad militar.
Después de los actos oficiales, la multitud se traslada al vecino parque del “Parral”; que por cierto es propiedad de La Corona, eso sí, con una antigua concesión de uso a la Ciudad, donde se desarrolla una típica “jira castellana”.
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