II (DE LA EDAD MODERNA A LA ACTUALIDAD)
nota) viene de I (PREHISTORIA, EDAD ANTIGUA y MEDIA )
En 1517 el joven Emperador Carlos I (nieto de los Reyes Católicos) desembarca en el puerto castellano de Laredo para dirigirse a Burgos, -la “Cabeza de Castilla”-, a hacerse cargo del Reino de su inhabilitada madre la Reina Juana I. Con él se reúne el mayor Imperio que hayan conocido los siglos, aquel en el que nunca se ponía el sol.
Con él se distinguen los Tercios Españoles de Infantería, la fuerza necesaria para mantener tan dilatados dominios. Tuvieron que operar primero en Italia; “Los Tercios Viejos de Italia” y después los llamados “Tercios Nuevos de Flandes” extendieron su acción a toda Europa, Estado Pontificio incluido.
En las campañas de Flandes, aunque nunca fueron batidos, sufrieron innumerables bajas, llegándose a hacerse populares entre ellos aquellos versos que declamaban ufanos en las tabernas:
España mi natura,
Italia mi ventura,
¡Flandes mi sepultura!
Su creador había sido D. Gonzalo Fernández “El Gran Capitán”, ilustrado hombre renacentista capaz de inventar una nueva estrategia y organización militar de la que se derivan todos los ejércitos actuales, (como ejemplo baste decir que los diferentes empleos: General, Coronel, Capitán, Sargento, etc., hoy en día utilizados en todos los ejércitos del mundo son creación española).
Fernando de Aragón, cometiendo sin duda un fallo diplomático, llegó a exigir cuentas al Gran Capitán de los gastos de la Campaña de Nápoles, siendo altaneramente contestado por este en los siguientes términos conocidos como "Las Cuentas del Gran Capitán:
“Por picos, palas y azadones, cien millones de ducados; por limosnas para que frailes y monjas rezasen por los españoles, ciento cincuenta mil ducados; por guantes perfumados para que los soldados no oliesen el hedor de la batalla, doscientos millones de ducados; por reponer las campanas averiadas a causa del continuo repicar a victoria, ciento setenta mil ducados; y, finalmente, por la paciencia de tener que descender a estas pequeñeces del rey a quien he regalado un reino, cien millones de ducados."
RENDICIÓN DE BREDA POR DIEGO VELAZQUEZ
Su estructura organizativa va variando a lo largo de los tiempos, llegando en los tiempos de los Tercios Nuevos a componerse cada uno de: Un Maestre de Campo como jefe superior del Tercio del que dicha unidad recibía su nombre: “Duque de Alba”, “Don Juan de Austria”, “Don Alejandro Farnesio”, etc.,y que era nombrado por el Rey, como segundo jefe le acompañaba un Sargento Mayor. Cada Tercio contaba con 12 Compañías (10 de Piqueros y 2 de arcabuceros), cada cuatro de estas compañías (lo que hoy sería un Batallón) se llamaba Coronelía y estaba mandada por un Coronel, y cada compañía solía tener entre 250 y 300 hombres.
Los Sargentos que mandaban sobre 30 hombres iban armados de la “sargenta”, una alabarda que les distinguía y los soldados además del arma correspondiente siempre llevaban su espada toledana de taza y atrás, atravesada al cinto, una daga. Los piqueros se dividían en: “picas secas” y “picas armadas”, los primeros tan solo se protegían por el típico “morrión” y el “coselete”, mientras que los segundos llevaban armadura completa. Los arcabuceros y mosqueteros se distinguían por su chaleco de cuero y colgando de su bandolera llevaban los saquetes de pólvora y las balas de plomo.
MOSQUETERO DE LOS TERCIOS DE FLANDES
Castilla fue la que mas soldados aportó a los Tercios, el alistamiento era voluntario e indefinido y cuando el Capitán encargado del reclutamiento desplegaba su bandera en el lugar acostumbrado, hasta él llegaban multitudes de aspirantes, desde labriegos hasta nobles, deseosos de ventura.
Estos bizarros nuevos infantes estaban aun imbuidos del espíritu caballeresco de los peones medievales, su preponderancia y prestigio fue tal que se encuentran recogidas anécdotas como aquella en que toda una gran ciudad se rindió a un solo infante que llegaba a la muralla, lo que les llenaban del orgullo y gallardía necesarios para desarrollar su oficio, sin embargo dentro de sus unidades demostraban una gran disciplina, humildad y sobre todo silencio.
La etimología latina de infante (infans-antis) nos indica que es “el que no habla”, a los soldados de los tercios les gustaba el silencio y desde luego no admitían el griterío de otras tropas y ni tan siquiera el de sus jefes. Pedro Calderón de la Barca, genio de nuestras letras y Soldado de la Infantería Española así lo expone en uno de sus versos:
Estos son españoles. Ahora puedo
hablar, encareciendo estos soldados,
y sin temor; pues sufren a pie quedo,
con un semblante, bien o mal pagados.
Nunca la sombra vil vieron del miedo,
y aunque soberbios son, son reportados;
todo lo sufren en cualquier asalto,
sólo no sufren, que les hablen alto.
El mismo Calderón vuelve a cantar a su profesión de infante definiéndola con estos sentidos versos que aún siguen honrosamente colocados a la entrada de las actuales Compañías:
Este ejército que ves,
vago al yelo y al calor,
la república mejor
y más política es
del mundo, en que nadie espere
que ser preferido pueda
por la nobleza que hereda,
sino por la que él adquiere;
porque aquí a la sangre excede
el lugar que uno se hace
y sin mirar cómo nace
se mira cómo procede.
Aquí la necesidad
no es infamia; y si es honrado,
pobre y desnudo un soldado
tiene mayor calidad
que el más galán y lucido;
porque aquí a lo que sospecho,
no adorna el vestido al pecho,
que el pecho adorna al vestido;
Y así, de modestia llenos,
a los más viejos verás,
tratando de ser lo más,
y de parecer lo menos.
Aquí la más principal
hazaña es obedecer,
y el modo cómo ha de ser
es ni pedir ni rehusar.
Aquí, en fin, la cortesía,
el buen trato, la verdad,
la fineza, la lealtad,
el honor, la bizarría;
el crédito, la opinión,
la constancia, la paciencia,
la humildad y la obediencia,
fama, honor y vida son,
caudal de pobres soldados;
que en buena o mala fortuna,
la milicia no es más que una
religión de hombres honrados.
En el reino de España, “Infante” también es aquel hijo del Rey que no es el Heredero, los Infantes de los Tercios se sentían “nobles” a través de la nobleza de su oficio.
Como dominadores de toda Europa que fueron, a veces sintieron el odio y el temor de otros pueblos que no pudiendo vencerles les crearon la “Leyenda Negra” con la que se intentaba denostarles, en ocasiones tachándoles de incultos, cosa harto incierta, pues como aun se puede comprobar, rara es la nomina de una Compañía en la que el 50% de sus soldados no están antecedidos del titulo de “Don”, hecho que indica que cuanto menos eran bachilleres, en aquellos tiempos en que las masas de población de toda Europa, España incluida, eran iletradas. También aparecen muchos nombres precedidos de “Señor” lo que indica, al menos, titulo de Hidalguía.
Esta “Gloriosa Infantería” permaneció invencible durante siglos, siendo tan solo batidos en Rocroi debido a problemas políticos, ajenos a la milicia, que les hicieron presentar batalla contra un ejército muy superior en número y en condiciones desventajosas, aun así fue una “derrota honrosa”. Entre sus muchas victorias caben destacar: la de 1.547 contra el Elector de Sajonia y la de 1.557 en S. Quintín contra Enrique II de Francia quien fue hecho preso, en 1571 derrotaron al temido ejercito Turco en Lepanto salvando antes Viena y Malta de su invasión y en 1.634 aniquilaron al fabuloso ejercito Sueco en Nordlingen.
Pero si importantes fueron los Tercios no debemos olvidar al resto de la Infantería, no menos importante que permanecía repartida por todo el Imperio, desde Las Carolinas, Las Marianas y Las Filipinas, pasando por África y llegando hasta America.
Después de un gran salto en el tiempo, con duraderos espacios de paz, y para no cansar más al lector llegamos a nuestros días, a la Guerra Civil Española (1.936-39), Guerra “Incivil” como al autor le gusta llamarla, donde la Infantería Española vuelve a tomar especial relevancia. Así durante la Campaña del Ebro dirigida por el propio General Franco, se relata la anécdota de que un General Alemán que hacia las veces de Observador, respetuosamente por que era más moderno le dijo:
-“Mi General, la Infantería Española es la mejor del mundo...”a lo que Franco lacónicamente replicó:
-“Si, pero no olvide Vuecencia que aquellos de enfrente también son españoles”.También está recogido que en la II Guerra Mundial, el General Jurgens, Jefe del XXXVIII Cuerpo de Ejercito Alemán, se dirigía así a sus arrogantes soldados en una arenga respecto a los Voluntarios Españoles de la División Azul:
"Si en el frente tocáis con un soldado desaliñado, sentado a la vera de un camino, cuadraos ante el y saludarlo: : ¡es un héroe!, ¡es un infante español!"
No obstante, otra característica principal de la Infantería Española es el buen humor con el que sabe vencer las calamidades y penurias del combate, de ello existen millares de anécdotas, baste como ilustración la siguiente fotografía donde se ve un Voluntario Español de la División Azul en pleno frente de Stalingrado, tomándose la guerra a guasa y aderezando ensaladillas con productos de la huerta rusa.
Para concluir se añade un articulo publicado, no hace muchos años en prensa, como Homenaje a la Infantería Española que en estos días esta venerando a su Excelsa Patrona “La Inmaculada Concepción”, el texto es de Camilo José Cela, de quien dicen que en sus tarjetas de visita gustaba de anteponer a los títulos de “Marques de Iria Flavia” y “Premio Nobel de Literatura”, el para él más honroso de
“Soldado de la Infantería Española”:
A PIE Y SIN DINEROA pie y sin un ochavo en los bolsillos, calados hasta los huesos y con el estomago frío; en la vista una nube de hielo y en el dedo que oprime el gatillo un sabañón.
El día 8 de Diciembre hace frío, mucho frío, pero nunca bastante para frenar a la Infantería, que con un trajecito de dril, derrite la nieve de los montes y la escarcha de los ríos difíciles y el hielo que oprime los corazones en desgracia.
Ningún oficio mas bonito que el de Capitán de Infantería, artesano del valor heroico, orfebre del valor estoico, que va a pie donde lo mandan con sus hombres detrás, y que a veces se queda en el camino con una bala " !Con que facilidad, Dios mío! " que le para los pulsos del corazón.
La guerra no es triste, porque levanta las almas. La guerra no es triste porque nos enseña que fuera de la Bandera, nada, ni aún la vida, importa.
La Infantería es la guerra a pie firme, la guerra cara a cara, la vida jugada a cara y cruz de la victoria y la muerte. La Infantería es la guerra a cuerpo limpio, y el Infante lidiador que lleva el espíritu armado de un estoque de fuego, como un arcángel de estrellas en la bocamanga.
La Infantería no es la materia, es el ligero y tenue soplo que vivifica.
La Infantería no es la masa, es la compañía.
La Infantería no es, a veces, ni el concierto; es siempre la canción arrebatada del solitario centinela, que canta para que el Cabo de Guardia sepa que esta vivo.
Quien no haya sido Soldado de Infantería quizá ignore que cuando el hombre se cansa, aún le faltan muchas horas y muchas leguas para cansarse. Porque el secreto de la Infantería, (nosotros estamos hablando naturalmente de la Infantería Española, la de las cornetas en el cuello de la guerrera) es el de sacar fuerzas de flaqueza y hacer de tripas corazón. Que nunca mas noble fin tuvieron, ni nada mejor pudieron servir.
Quien no haya sido Soldado de Infantería quizá ignore que cuando el hombre se lanza, cuando al hombre se le calienta la sangre, lo más difícil es pararlo y enfriarlo. Porque el otro secreto de la Infantería es el de calentar el aire con la mirada y darse cuenta de que la batalla terminó cuando el soldado creía que estaba empezando. Que nunca mejores temples se conocieron ni en más gallardo menester se emplearon.
Quien no haya sido Soldado de Infantería quizá ignore lo que es sentirse amo del mundo a pie y sin dinero.
A pie paseamos por donde quisimos, porque el que no va a pie, no se entera y os lo dice un vagabundo. Y sin dinero izamos nuestra Bandera donde nos dio la gana y donde nos mandaron, porque la victoria no es algo que se compra sino que se conquista y os lo dice un pobre.
Ningún oficio más bello que el de Infante, que lleva su casa a cuestas como el caracol y se pelea porque no admite jaques; como el león y como el gallo y como el toro. Sin medir las fuerzas (que no fuera noble presentar las batallas ganadas) y sin mirar atrás porque detrás no hay nada, absolutamente nada.
Con el frío del 8 de Diciembre se calienta nuestro corazón al pensar, como en una novia a la que quisiésemos, en la Infantería. Resuenan pífanos marciales y aún nupciales en la última y más profunda revuelta de nuestros oídos y aún se estremece, gracias a Dios, ese ultimo nervio que en los cuerpos de los bien nacidos se guarda, como oro en paño, para que vibre en las ocasiones solemnes.
COMANDANTE DE INFANTERÍA ACTUAL EN UNIFORME DE ETIQUETA