En los pueblos y en las ciudades, antiguamente, la vida se regía por los
diversos toques de campana que efectuaba el sacristán o el campanero, si lo
había, y servían tanto para anunciar un determinado culto que iba a comenzar en
la Iglesia como para avisar de alguna tarea sobrevenida a realizar por los
vecinos, como pudiera ser apagar un incendio. A continuación especificaremos
algunos de ellos:
Tocar al alba: Se realizaba al salir el sol, y se daban sobre
diez toques de campana, al fin de avisar a los vecinos la conveniencia de
abandonar el lecho y comenzar las faenas cotidianas.
Tocar a maitines: Toque al amanecer para avisar de los rezos que
debían efectuarse a aquellas horas.
Tocar a las horas: En algún pueblo se daba un toque cada hora, con un
número determinado de campanadas según la hora que era, era lo bastante lento
como para poder contar las campanadas.
Tocar a Misa: Llamar a Misa tanto los Domingos y fiestas de
guardar como cuando hay alguna desacostumbrada, (véase dar las terceras). Se
podían considerar tres tipos de misa: diaria, con un toque largo efectuado por
una campana sola, misa dominical, que se anunciaba volteando una o más
campanas, misa festiva con volteo de todas las campanas y repique.
Tocar a alzar a ver a Dios: En algún pueblo se daba este toque durante la
consagración, aunque lo normal era tocar la campanilla cuando el sacerdote
levantaba el cáliz y después cuando se arrodillaba.
Tocar a oraciones: En alguna otra localidad se solía recordar con
este toque las diferentes rezos a realizar a lo largo del día.
Tocar al Ángelus: Era un toque breve de una sola campana que tañía
doce veces para indicar la hora de las doce del mediodía, se llamaba a oración
a los vecinos para recordar el misterio de la Encarnación y homenaje a la
Virgen María.
Tocar a mediodía: Unas veces a las doce y otras a la una, se tocaba
la campana para avisar a los vecinos de que ya era hora de dejar la labor e ir
a casa a comer.
Tocar a muerto: Toque cuando había muerto algún vecino del pueblo,
se solía tocar cada hora del día, hasta el comienzo del funeral y el último
toque se efectuaba en el momento de dar tierra al difunto. Este era un toque
lento donde se alternaban la campana aguda con la grave, en algunos sitios las
llamaban “la macho y la hembra”.
Tocar clamores: Toque que se daba al terminar el de muertos para
diferenciar quien había fallecido; si se daba una sola campanada, (clamor), el
difunto era un hombre, mientras que si se daban dos toques se trataba de una
mujer.
Tocar a Gloria: Para esto hay tres posibilidades; la primera es de
cuando muere un niño o una niña, caso en el que se daban tres clamores, era un
toque festivo, pues se consideraba que el niño era un alma pura, que no le
había dado tiempo a pecar, por lo que entraba en el cielo inmediatamente. Por
otra parte era un toque de todas las campanas repicando que se efectuaba el
Sábado Santo, cuando se consideraba y festejaba que había resucitado Cristo. Y
la tercera opción con volteo de todas las campanas y repique, era cuando venía
el Arzobispo, o se entronizaba a un nuevo Papa.
Tocar a las ánimas: Toque de los días 1 y 2 de Noviembre; Día de los
Santos y Día de difuntos, por la noche, los mozos se encargaban de tocar a
muerto, cada dos horas, durante toda la noche, hecho este que se repetía a los
ocho días.
Tocar a procesión: En este caso se volteaban todas las campanas
desde que la imagen del santo sale de la iglesia hasta que regresa, el sonido
de las campanas se entremezcla con el de los cohetes y la música que acompaña a
la procesión.
Tocar a vísperas: Se volteaban las campanas al atardecer, para
anunciar que al día siguiente era una fiesta importante, o la fiesta mayor del
pueblo, para que las gentes preparasen y limpiasen la plaza para el baile y las
calles, sobre todo por donde había de pasar la procesión, a veces el volteo
terminaba, cada vez, con repiques intermitentes. Otro toque de vísperas era el
de oración al atardecer, se trataba de un toque corto de una campana sola.
Tocar a gordo: Se decía por los mozos cuando habia que tornear
todas las campanas con motivo de Día de Fiesta.
Tocar a Rosario: Durante el mes de Mayo (mes de María, o de las
flores), durante la Cuaresma y en Noviembre, (mes de difuntos), era normal
convocar a los vecinos a la iglesia para rezar el rosario, toque este que solía
coincidir con el de vísperas para rezar.
Tocar a Viático: Este era un toque lento de una campana, que se
efectuaba cuando el cura con el monaguillo se dirigían a la casa de un
moribundo portando el Santísimo, aunque, a veces era tan solo acompañado por el
toque de campanilla del acolito, en cualquier caso la gente se arrodillaba a su
paso.
Tocar a Concejo: En los pueblos; cuando el Alcalde quería reunir a
los vecinos para tratar o informales de algún asunto, se daba un toque rápido y
corto de campana, no así en las ciudades, como en Burgos, que aquí salían los
timbaleros al balcón del Ayuntamiento a tocar sus clarines, (ver tocar a
concejo y los timbaleros de la ciudad de Burgos).
Tocar a perdido: Cuando se temía que alguno se había extraviado de
noche, se volteaba intermitentemente una campana para ayudarle a localizar el
pueblo, por el sonido, el mismo toque se hacía cuando había niebla o nevadas.
Tocar a rebusco: Este toque era para señalar a todos que ya se
había acabado de vendimiar, por lo que se les autorizaba a que entrasen a las
viñas a rebuscar los racimos que se hubiesen quedado en las cepas.
Tocar a bueyada: Era un toque corto de una campana, y al terminar
este se indicaba con uno, dos, o tres campanadas, el término donde podían ir a
pastar las parejas de bueyes al día siguiente.
Tocar a rebato: Se trataba de un toque de alarma, para señalar o
prevenir de un peligro, era un toque rápido y alarmante de una campana con el
que se traba de congregar a los vecinos para responder a la peligrosa
eventualidad.
Tocar a quema: Este era un toque de campana largo y rápido,
convocando a acudir al incendio para apagarlo, y al oírlo, los vecinos, todos,
se acercaban provistos de calderos para hacer la cadena de transporte de agua,
mientras que si el humo se divisaba en el monte, solo acudían los varones
provistos de hachas.
Tocar a tentenublo: Este toque se efectuaba con todas las campanas a
su máxima potencia, para tratar de parar con su sonido una tormenta y así
diluir los granizos o rayos que pudieran descargar. El sonido de las campanas
se solían acompañar con unas letrillas: “Tente, nublo,
/ tente tú ,/ que Dios puede / más que tú”. O esta otra: “Tente nublo, / tente tu,
/ tente, / tente, / que no mates a la gente, / que no mates al pastor, / que no
mates las ovejas de San Antón”.
Tocar a yelo: Tocar a hielo, para evitar las heladas que pudieran aniquilar los campos y sembrados.
Tocar a yelo: Tocar a hielo, para evitar las heladas que pudieran aniquilar los campos y sembrados.
Excelente investigación
ResponderEliminarBuenos días, Yagüe Garcés:
ResponderEliminar:)
Me alegra que vuelvas a publicar en tu Blog.
:)
Saludos