Lo raro es encontrar otro tipo de animales que por su distinguido comportamiento hayan alcanzado, ellos solos, esta prerrogativa como es el caso del noble bruto que hoy nos ocupa.
Si buceamos en los fondos documentales de la Catedral de Burgos, encontraremos la singular historia de “Garrudo”, un buey castellano de los de aquellos cabestreros de la Real Cabaña que aún tienen calle y barrio en la Cabeza de Castilla.
“Garrudo” era el más fuerte y el más dócil, por lo que hacia de “guía” de la boyada que se encargaba de transportar esa mole de jaspe que está situada justo al lado del magnifico sepulcro de los fundadores de la Capilla de los Condestables, esta enorme piedra de unas 10 toneladas de peso estaba destinada para soportar el bulto yaciente de D. Iñigo Fernández de Velasco, IV Condestable de Castilla, y que aún aparece vacía pues se sepultó a este en Medina de Pomar.
CAPILLA DE LOS CONDESTABLES,
a la izquierda del bulto yaciente se aprecia la roca de jaspe que se comenta
Cuando ya casi habían conseguido su propósito, el desmedido peso venció a los cansados animales que se veían arrastrados ante la desesperación y gritos de sus conductores. Tan solo “Garrudo” consiguió, clavando sus rodillas en tierra, y entre aplausos del publico, que la descomunal losa no se deslizase por la pendiente causando accidentes entre la arremolinada población.
Una vez puestas las cuñas se acercó el Condestable comprobando que el corajudo animal sangraba abundantemente por el hocico debido al fenomenal esfuerzo que había soportado:
- “Garrudo”, señor
- Pues desuncidle y desde hoy determino que no trabaje más y que paste a su albedrío sin ser molestado por naide.
De esta forma “Garrudo” pasó a la historia siendo respetado, admirado y celebrado por los vecinos de Burgos que desde entonces le dejaron pastar libremente en todos sus predios.
Esta pequeña “historia”, real por cierto, no viene más a cuento que significar que en esta Castilla nuestra, cuando de esfuerzos comunes se trata, hasta el más bruto o el más manso sabe sacar arrojo, aunque no siempre se les recompense como a “Garrudo” que, por otra parte, pudo ser el primer prejubilado, ahora que lo pienso. Además cuando le relaté esta anécdota a un amigo me comentó: “No, si es que en Castilla, en apuradas situaciones, hasta los mansos le echamos dos cojones”. Allá él.
Que interesante, oyes. Las cosas que aprende uno leyendo las crónicas del Tio Santy....
ResponderEliminarEsa historia la contaba siempre el guía de voz atiplada de la catedral Julían, desde mi infancia he recordado ésa historia contada en voz de aquél hombre. Excelente
ResponderEliminar"buei garrudo, i gañán barvudo"
ResponderEliminarEl buey, garrudo, y el gañan, barbudo.
Es decir, buey de patas fuertes y gañán fornido (barbudo, no jovenzuelo imberbe.
garrudo, da.
1. adj. Que tiene mucha garra.
2. adj. Col. Dicho de una res: Muy flaca.
3. adj. Hond. Dicho de un joven: Muy crecido y fuerte.
gañán.
(Del ár. hisp. ḡannám, y este del ár. clás. ḡannām).
1. m. Mozo de labranza.
2. m. Hombre fuerte y rudo
Gañán es el que guía el arado. Los labradores acomodados tenían criados, que se encargaban de hacer las aradas. Había dos estilos de arar: el gañán fino sacaba pocos terrones y dejaba los cerros rectos y apurados, con perfecta geometría. Para esta labor podía valer el buey viejo: "Buei viejo, surco derecho". El gañán fuerte, en cambio, metía la reja profunda, sacaba muchos terrones y dejaba la tierra revuelta y bien preparada.
No te había oído yo nunca esta historia y la verdad es que me ha gustado mucho.
ResponderEliminarPor cierto, que se echan de menos las "apostillas" semanales... Con eso de que el jefe esta de vacaciones, nos han abandonado también los colaboradores... En fin, mantendremos el programa de la mejor forma posible...
Ah! ¿Con eso de que se ha ido el jefe, tampoco se puede salir a tomar una o qué? Habrá que liar a las chicas de Onda Cero para que salgan un día ¿no?
Un saludo